La furia del Mar
TIFÓN; Joseph Conrad.
Nacido Jósef Teodor Konrad Korzienowski en Berdichev, Polonia, un 3 de Diciembre de 1857, Conrad perdió a sus padres a una edad temprana. Asistio a la escuela en Cracovia y prematuramente se fue al mar, en primer lugar en una embarcación de la Marina Mercante Francesa, a la edad de diecisiete años. Se dice que habría intentado suicidarse a los veintiuno, pero se recupero rápidamente y firmó contrato con la Marina Mercante Británica, para la cual prestaría servicios, en diversos rangos, por los próximos dieciséis años. Se naturalizó británico en 1886 y cambió su nombre a Joseph Conrad; ese año escribio su primer cuento, "El Piloto Negro" . Sus numerosos viajes le llevaron virtualmente a todas partes - a las Antillas, a Constantinopla, a Sumatra, India, Java, Australia, Singapur; de manera más celebre , y casi fatal, al Congo Belga en 1890. Aunque desesperado por ganarse la vida, Conrad era claramente un romántico para quien navegar era una vocación emocional, tal vez espiritual.
En sus travesías no sólo aprendió todo lo relacionado con la navegación, sino que además hizo suya una lengua ajena, el inglés, con tal perfección y profundidad que en su madurez se instaló en la campiña inglesa, donde escribió, en esa lengua, la mayor parte de su obra.
En Tifón, el lector es transportado directamente a los mares de China. El Capitán MacWhirr dirige el Nan-Shan, un vapor inglés de mediano tamaño y bandera siamesa. Su misión es llegar a Fu-Chou y desembarcar a unos Coolies (chinos que regresaban a su tierra, después de haber trabajado años fuera). La capacidad de Conrad para reconocer y describir tipos humanos, definir caracteres y dotar de una inusual intensidad simbólica el enfrentamiento del hombre con el mar, hacen de sus historias un género que rebasa con mucho la pura novela de aventuras. Personaje central en Tifón es MacWhirr, un hombre taciturno, apagado, sin iniciatiava. Conrad lo define, diciendo: "Tenía la imaginación exacta que se necesita para pasar de un día al siguiente, nada más". Durante una maniobra, una baja de presión que llena de pánico a sus oficiales, a él lo deja indiferente. Lo que sigue es la tempestad, el tifón cuyo viento enfurecido ataca a los marinos "como un enemigo personal, qie intenta agarrarlos por las extremidades y se adhiere a sus mentes como si quisiera arrebatarles el alma". Primero la inminencia de la catástrofe y luego la explosión de la tempestad como si fuera un animal herido que embiste con furia el barco y su tripulación. Una explosión que parece no acabar y sumerge al lector bajo las inmensas olas que arrastran a los marinos en la sobrecubierta. Ni más ni menos que la maestría de Joseph Conrad.